Como auténticas almas contemplativas, la oración debe ocupar un lugar primerísimo en nuestra vida.
(Constituciones, Parte II-18, art. 1-5)
Todos los días dedicaremos al Señor tres horas de oración mental, en contacto solo y exclusivamente con Él.
Si nuestro carisma es un totalizado don total, nunca podrá este llevarse a su plenitud sin una vida profunda de oración. Pongamos en ella toda la buena voluntad y atención que esté a nuestro alcance.
Lejos de ser esta silente oración una huida del mundo, en ella abarcamos todos los sufrimientos del mundo y rociamos de gracias divinas el mundo.
Aparte de estas horas dedicadas íntegras al Señor, procuremos vivir “escondidos con Cristo en Dios” todas las horas del día.
martes, 21 de julio de 2020
ORACIÓN Y ALABANZA
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